lunes, diciembre 10, 2007

Uno nuca sabe cuando esta parado ante el escalón del olvido.
Uno avanza y mientras las gotas se someten a la monarquía tirana de la física, nosotros manejamos una lógica floja " es el otro, es mucho mas allá, falta"
Hoy hago un asiento en una especie de haber de un libro inexistente, no quiero olvidar que una vez acaricie la muerte (fa que me puse poético). Vamos con otro intento: ¿toque sus limites?¿me adentre en una especie de plasma que se considera ya su territorio?. No prefiero mantener la primer analogía. Si, la encontré, la vi, la note, la acaricie.
Es mañera, si no es voluntaria (sepa uste') y tiene eso de mujer (personalmente lo sentí así) que insinúa y que te dan ganas de seguir un diferencial, un poco mas allá.

El relato objetivo:
En un camioneta chevrolete blanca doble cabina (nueva de dos semanas, importante detalle técnico), partimos mi padre y yo (en calidad de: acompañante matero con opción a maneje) a un campo por la zona de General Villegas. Salimos a las 4 de la mañana porque teniamos que llegar alla y volver en el mismo día. A esa hora, había mucha niebla, casi a igual proporción que noche (era invierno, respirabamos humito). A los cuarenta kilómetros de Bahía, estando permitidamente somniolento, después de una curva a la distancia promedio de 20 metros (que es mas o menos la visibilidad que te permite la luz baja) hay un acoplado que se cruza en la ruta, obstruyendo a la perfección el paso. Hablando de terreno: la ruta va como por el centro de una loma, siendo las banquinas de la misma una especie de laderas. Por suerte, no estoy al volante, voy a ser espectador pasivo, voy a frenar tensionando los gemelos un freno inexistente, voy a volantear frunciendo la frente. El piloto, mi padre, es quien da el volantazo real, para escapar de este primer planteo mural y encarar el segundo ejercicio.
Dice dos: una vez realizado "uno", saber que se encuentra frente a la cabina de el anterior acoplado, se entiende? o sea el camión, la parte motora de la otra masa inerte. Y ahí es donde yo vuelvo a tensionar, mejor dicho a tensionar lo tensionado. Y ahí es donde mi padre se vuelve a lucir, es otro volantazo preciso que nos permite terminar en un espacio de semi intemperie (vale aclarar: en la posición del vehículo originalmente sugerida). Objetivo, es que le pegamos en algún punto al camión, la parte trasera esta dañada. Objetivo es el silencio (unos 20 segundos) de ambos mirando fijos al frente. Se reacciona, es mi padre que abre la puerta y grita en una voz ajena "Boludo".
Grita: "boludo" y busca al destinatario, al constructor de la desubicada pared.
Y se baja y pregunta a una especie de sobre, el porque no señalizo la ruta, mientras yo sigo con la mirada el frente, duro, frenando todavía.

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