martes, noviembre 13, 2007

A solo dos metros funcionaba como espectador ausente
( la insomnia era la falicitadora, la interfase perfecta).

Ellos eran el susurro y aparentemente unas piernas colgando.

El viento fresco, insinuaba sutil lo profundo del precipicio.
Primero rebotando en los cráteres imperceptibles , después rascando y hasta recreando en la erosión.

Ellos eran jóvenes, de piel tensa,dos que habían transpirado en el ascenso.

Cae una tosca desde aprox. 500 mts de altura.
Ningún texto es igual después del lector.

Quería dormirme, ignorarlos con respeto
y amanecer comprendiendo el tiempo ausente,
los cables que no están.

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