miércoles, noviembre 21, 2007

Aviones que caen en el Congo
Nos adentramos en la espesura de una selva virgen, de un verde puro. En una primera instancia esas ramitas flacas, las que inician el fuego del Boy Scout, las que se quiebran con viento, fueron las que atenuaron la inercia de la nave, y luego las más robustas distribuidas equidistantes en distancia troncal escalonaron los restantes metros de descenso.

Se intercalan sabias naturales diversas, aun no descubiertas por la ciencia, para tejer la mística quietud temporal. Se superpone un etéreo espíritu natural, que texturiza hasta el plano sonoro. El resultado total equilibra y finalmente restituye el entorno a su original forma.
Se sensan los miembros mediante una especie de rutina improvisada que nos dirá que anda, que debe manipularse con especial cuidado hasta que sane.

Quiero reconocer a ese que habla, a él, el aterciopelado Capitan Frijer.

- Mapiki ten esto fuerte en tus manos - me vuelve a repetir ahora subiendo el tono.

Me sangran las muñecas. Aprieto con fuerza una soga. Mi mirada esta perdida. Soy consiente del hipertexto este, la conjetura, el estar empeñado en sostener con fuerza una soga. Mapiki, soy yo. Mapiki. Los labios resecos, entrepegados, desde la comisura hasta un centro indeterminado.


Amanece y la carpa es de chapa. Un mono juega con un handy.


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